Cuando los organizadores del Instituto de Periodismo Global sobre la Primera Infancia y el Desarrollo del Cerebro publicaron la convocatoria de solicitudes, no esperaban recibir muchas candidaturas. Al fin y al cabo, ¿cuántos periodistas estarían dispuestos a renunciar durante casi una semana a su trabajo (que suele implicar cumplir plazos ajustados a diario) para estudiar aspectos relacionados con la neurociencia, la política internacional, la defensa y el oficio de informar sobre la infancia y el cerebro?
Al final, 480 periodistas de 96 países presentaron su solicitud para asistir al instituto, organizado por el Centro Dart para el Periodismo y el Trauma en la Universidad de Columbia de Nueva York. De ellos, 45 periodistas de 26 países fueron seleccionados para pasar cuatro días en la luminosa y amplia Aula Mundial de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia, durante los cuales pudieron aprender y compartir historias sobre la vulnerabilidad y el potencial de la primera infancia.
“Las candidaturas dejaban claro que, para los reporteros de una sorprendente variedad de campos (desde la educación local hasta las crisis globales de refugiados y emigración), pocos asuntos son tan relevantes como el desarrollo de los niños y los efectos que tienen la violencia y los traumas en sus mentes”, comenta Bruce Shapiro, director ejecutivo del Centro Dart. “Los periodistas entienden que son el sistema capilar necesario para dar a conocer a la opinión pública cuestiones relacionadas con el desarrollo de la primera infancia. Sin embargo, muy pocos cuentan con conocimientos científicos básicos o tienen la oportunidad de hablar con compañeros sobre formas innovadoras de tratar estos temas tan importantes”.
Esta inmersión en el desarrollo de la primera infancia comenzó con una conversación informal entre Shapiro y Jack Rosenthal, ex presidente de la New York Times Company Foundation y durante mucho tiempo autor de la página editorial del famoso periódico. Rosenthal había seguido los últimos estudios científicos sobre el desarrollo del cerebro en la infancia, la importancia de los primeros años de vida y las dificultades que afectan a muchos de los niños más vulnerables del mundo. Además, sabía que las actividades de formación sobre estos temas despertarían interés en UNICEF. Así, Rosenthal, que ya había colaborado en la organización de decenas de institutos sobre temas periodísticos, hizo de enlace entre las dos entidades, a las que se sumaron varias fundaciones (Bernard van Leer, Ford, Jacobs y Maria Cecilia Souto Vidigal) para poner en marcha la iniciativa.
Variedad de perspectivas
En primer lugar, el Centro Dart buscó expertos en disciplinas relacionadas con la primera infancia que abordaran las cuestiones más habituales desde distintos puntos de vista y que fuesen capaces de comunicarse bien con los periodistas. El programa final consistió en una introducción al tema de la primera infancia seguida de tres jornadas monotemáticas, respectivamente centradas en la ciencia, las políticas y la labor de informar sobre estos asuntos en distintos canales (prensa tradicional y online, radio y televisión). Se abordaron temas como los siguientes:
- los estudios que demuestran cómo afectan al desarrollo del cerebro la pobreza y el “estrés tóxico”;
- la contribución de la neurociencia al aumento de la prioridad que otorgan las agencias de ayuda internacional a la primera infancia;
- la aportación de la epigenética, que está arrojando luz sobre el modo en que
las experiencias positivas y negativas durante la infancia pueden influir en la expresión genética; - los elementos comunes de la resiliencia en los niños (desde refugiados hasta supervivientes de malos tratos) y cómo contribuyen a ella los sistemas sociales, los vínculos familiares y la comunidad;
- los motivos económicos por los que conviene invertir en la primera infancia;
- una serie de programas a pequeña escala destinados a niños vulnerables, como uno de fomento de la lectura en Jordania y otro sobre la crianza no violenta en el África oriental;
- las sorprendentes formas en que interviene la tecnología en el desarrollo
del cerebro.
No faltaron los momentos de polémica. Al fin y al cabo, estábamos en una sala llena de periodistas. Por ejemplo, cuando un director de políticas internacionales hizo un llamamiento para que los reporteros colaborasen con las agencias con el fin de favorecer los objetivos de los programas destinados a la primera infancia, varios participantes respondieron con rotundidad que los periodistas deben ser independientes y dedicarse a informar, sin aliarse con las agencias sobre las que informan.
Y cuando un ponente explicó la mejor forma de “encuadrar” los mensajes sobre las políticas de bienestar infantil para influir en la mayor cantidad de personas posible (por ejemplo, para lograr que la gente deje de culpar a los padres y madres), hubo periodistas que discreparon con la idea de tener que abogar por un mensaje concreto.
“Este instituto ha sido una iniciativa inusual para tratar de tender puentes entre los periodistas, los científicos que estudian la primera infancia y los defensores de políticas”, comenta Bruce Shapiro, del Centro Dart. “Quienes abogan por ciertas políticas con toda su buena intención se olvidan con demasiada frecuencia de que nuestra credibilidad como periodistas radica en nuestra independencia. Podemos actuar como paladines de la causa mediante la investigación y la difusión de la información, pero no podemos hacer propaganda. En consecuencia, este Instituto de Periodismo Global en realidad no se ha centrado en los ‘mensajes’ sino en proporcionar a los reporteros unas nociones básicas sobre el tema, en forjar relaciones con expertos que puedan ser fuentes de información y asesoramiento, y en descubrir formas nuevas de hablar de estos asuntos tan cruciales”.
¿Qué sacaron de esta experiencia unos periodistas de 26 orígenes distintos que pudiera serles de utilidad cuando volvieron a sus respectivas redacciones y oficinas domésticas (muchos eran autónomos)?
Como mínimo, ideas sobre cuestiones que tratar, como debates y estudios emergentes sobre financiación, eficacia, cuestiones políticas y fechas en torno al tema de la infancia. Además, las sesiones diarias sobre temas de actualidad se convirtieron en lluvias de ideas sobre formas de adaptar las noticias a cada público (desde el trauma de los brotes de Zika y ébola en Brasil y Sierra Leona respectivamente hasta una crisis del cuidado infantil en Chile, pasando por las graves desigualdades económicas en EE. UU.).
Pero quizás sea aún más importante que, según los propios periodistas, esta experiencia les ha brindado más información contextual en la que enmarcar sus trabajos y ahora tienen más claro que los programas de ayuda a los niños vulnerables y a sus padres deberían basarse en datos científicos, tener en cuenta la plasticidad del cerebro durante la infancia y recurrir a las fuentes de resiliencia locales. Se espera que este instituto sirva para que en los medios de comunicación mundiales se aborde el desarrollo de la primera infancia de forma más matizada y contextualizada.
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