Lo que empezó con dos personas, una idea y un portátil en una pequeña oficina de un sótano londinense se ha convertido dos años después en una plataforma dinámica para invertir en programas de nutrición en algunos de los países más pobres de África y Asia. Al conseguir que los gobiernos y donantes se comprometan a igualar las donaciones privadas, The Power of Nutrition incentiva la incorporación de nuevos actores en este ámbito tan importante.

En los últimos meses, gran parte del mundo se ha interesado, y con razón, por el problema humanitario de zonas del África septentrional afectadas por hambrunas y hambre aguda. Por supuesto, proporcionar comida a los necesitados es una respuesta crucial, pero no basta por sí sola para evitar la desnutrición. De hecho, también puede existir desnutrición en una situación de abundancia. Según las palabras recientes de un alto funcionario africano a propósito de la situación en su país: “Tenemos comida en abundancia, pero en los lugares con mucha comida también puede haber mucha malnutrición”.

La dificultad no radica tanto en la falta de información (la mayoría de las causas de la desnutrición se conocen y se pueden tratar) como en la necesidad de mayores inversiones. La magnitud del problema está clara y hay que abordarlo con urgencia. Recordemos que uno de cada cuatro niños menores de 5 años sufre las consecuencias que tiene la desnutrición a largo plazo en su desarrollo (es decir, padece retrasos en el crecimiento) por no haber recibido los nutrientes necesarios durante sus primeros mil días de vida (Instituto Internacional de Investigaciones sobre Políticas Alimentarias (IFPRI), 2016).

Parémonos a pensar un minuto en las implicaciones de este dato: de cada cuatro niños pequeños que hay en el mundo, uno probablemente estará menos sano que los demás y obtendrá peores resultados en la escuela, además de estar destinado a ganar menos que sus coetáneos y a vivir con los efectos psicofísicos que deja a largo plazo la desnutrición. Si fuera una niña y se queda embarazada, es más probable que tenga un hijo con un peso y tamaño inferiores a lo deseable, con lo que transmitirá los efectos dañinos de la desnutrición a una nueva generación. En la actualidad hay 156 millones de niños sentenciados a sufrir retrasos en su desarrollo físico y cognitivo.

Para los países, los costes a largo plazo de una mala nutrición son altísimos, con una pérdida de hasta el 11% del PIB. Invertir en nutrición es vital si queremos que el mundo (y, en especial, los países menos desarrollados) alcance su pleno potencial. En cualquier caso, puede bastar una inversión relativamente modesta para obtener grandes resultados con rapidez. Según los cálculos del Banco Mundial, con 49,5 billones de dólares de aquí al año 2025 se puede reducir en un 40% el número de niños con retrasos en el crecimiento (Shekar y otros, 2017).

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Photo: Thibaut Monnier (Ayoukit)/Bernard van Leer Foundation

La necesidad de un nuevo modelo

Durante muchos años, se ha considerado que la solución a los problemas para el desarrollo a largo plazo, como la desnutrición, pasaba por que los gobiernos de los países miembros de la OCDE proporcionasen ayuda a las zonas afectadas. Sin duda, de esta forma se han logrado grandes avances, pues hoy el porcentaje de niños que padecen desnutrición o hambre es mucho menor que hace 25 años. Sin embargo, el ritmo y la magnitud del progreso no han sido suficientes para prevenir y empezar a reducir las secuelas que deja la desnutrición.

Para lograrlo, tenemos que mejorar mucho la comunicación con los gobiernos nacionales y el sector privado. Este tema fue central en los debates sobre desnutrición que culminaron en el segundo Objetivo de Desarrollo Sostenible,

acordado hace dos años y consistente en acabar con el hambre, lograr la seguridad alimentaria y promover la agricultura sostenible. Entre otras entidades, intervino en dichos debates Nutrition for Growth, una alianza de los gobiernos de Reino Unido, Brasil y Japón forjada en una cumbre de alto nivel que se celebró en Londres en 2013.

En esa misma cumbre nació The Power of Nutrition, cuyo lanzamiento oficial tuvo lugar en la primavera de 2015 en el Banco Mundial, con el apoyo del departamento de Desarrollo Internacional del gobierno del Reino Unido, la Children’s Investment Fund Foundation (CIFF), la UBS Optimus Foundation, UNICEF y el Banco Mundial. Todas estas entidades coincidían en que hacía falta una nueva plataforma dinámica para lograr una implicación mayor y más estratégica por parte del sector privado (grandes empresas, obras benéficas, inversores e individuos acaudalados).

El concepto de base de The Power of Nutrition es proporcionar mayores incentivos para que estos inversores privados aporten recursos. Con el generoso apoyo de los fundadores, los responsables de la implantación (el Banco Mundial y UNICEF) y los gobiernos de los países en los que llevamos a cabo los programas, The Power of Nutrition aporta tres dólares por cada dólar recibido para programas nacionales destinados a ampliar el alcance de intervenciones basadas en pruebas y encaminadas a prevenir y paliar la desnutrición.

Colaboramos estrechamente con los responsables de la implantación y con los gobiernos nacionales para crear programas que mejoren lo más posible la nutrición de los niños. Cada programa apoya intervenciones de eficacia demostrada y planes nacionales. A la hora de negociar los programas, también acordamos planes de supervisión y evaluación con objetivos ambiciosos y detallados, para garantizar que se lleve a cabo un seguimiento de los avances conseguidos. Con este sistema, logramos que nuestras inversiones tengan un efecto rotundo en las vidas de los individuos, las familias, sus comunidades y las economías en que viven y trabajan.

El camino recorrido hasta ahora

En solo dos años, The Power of Nutrition ha desarrollado y ha empezado a financiar programas por un valor de unos 100 millones de dólares, con considerables inversiones nuevas procedentes de organizaciones benéficas y del sector privado. Nuestros programas se llevan a cabo en países africanos y asiáticos con altísimos niveles de desnutrición. Ya contamos con programas financiados en Tanzania y Etiopía (mediante el Banco Mundial) y Liberia (mediante UNICEF), y se están estudiando otros posibles programas nacionales en Benín, Madagascar y la India.

En Tanzania y Etiopía nos concentramos en reforzar el sistema sanitario para mejorar la nutrición de la población en situación de mayor riesgo: por ejemplo, garantizando que las mujeres y los niños tengan acceso a micronutrientes y enseñando a los trabajadores sanitarios las técnicas más eficaces para

concienciar a las mujeres sobre la necesidad de alimentar a los bebés exclusivamente con leche materna durante sus primeros seis meses de vida, para luego introducir alimentos complementarios nutritivos que favorezcan el buen desarrollo psicofísico de sus hijos.

En Liberia hemos puesto el foco en ayudar a reconstruir el sistema sanitario y a que se recupere la confianza en él tras los enormes daños provocados por la reciente epidemia de ébola. Entre otras iniciativas, se están llevando a cabo intervenciones críticas de nutrición destinadas a las mujeres en edad fértil y a los niños. El programa aporta asistencia técnica a los trabajadores sanitarios para ayudarlos a ofrecer intervenciones de nutrición como parte de la labor de sanidad y divulgación que desempeñan en sus comunidades.

Desde que se creó The Power of Nutrition, hemos aprendido mucho sobre cómo comunicarnos con los gobiernos nacionales y con el sector privado para forjar alianzas, porque si queremos que las entidades privadas se sumen a la causa, tenemos que explicar con claridad por qué les interesa hacerlo. Ahora afrontamos el reto de garantizar que la calidad y el alcance de las intervenciones progresen de la mano y tenemos que demostrar los continuos avances con pruebas tangibles para que la nutrición sea siempre una cuestión prioritaria en todo el mundo.


Se pueden consultar referencias en la versión en PDF del artículo.

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