Dado el creciente interés por mejorar y ampliar los sistemas que ofrecen servicios a las familias y los niños pequeños, es preciso informarse sobre las mejores formas de reclutar, formar, supervisar y ofrecer asistencia a quienes trabajan para la primera infancia. En este artículo se describe la Early Childhood Workforce Initiative, una nueva iniciativa global coordinada por la International Step by Step Association (ISSA) y el Results for Development Institute (R4D).

Aunque no sabemos suficiente sobre cómo ampliar las intervenciones para la primera infancia que resultan eficaces (Grupo Global de Desarrollo Infantil, 2011), sí tenemos una certeza: la calidad de los servicios para la primera infancia y, en definitiva, los resultados de los niños y sus familias dependen de que los trabajadores cuenten con un buen apoyo y con los recursos necesarios para desempeñar su función lo mejor posible. Los niños y sus familias se enfrentan a un número creciente de desafíos que requieren una estrategia holística a la hora de diseñar e implantar programas para obtener servicios mejor integrados y unos profesionales de alto nivel.

Cuando se proporciona una formación y un apoyo adecuados, además de reconocer los esfuerzos y ofrecer unas condiciones de trabajo decentes, se obtienen efectos positivos en la capacidad, la motivación y las actuaciones del personal que trabaja con la primera infancia (Organización Internacional del Trabajo (OIT), 2013). Según las investigaciones, un personal más cualificado ofrece entornos estimulantes y pedagogía de alta calidad, lo que se traduce en mejores resultados de aprendizaje (Litjens y Taguma, 2010). Y esto no solo ocurre con los maestros de preescolar, sino también con el personal de atención domiciliaria, los trabajadores sociales, el personal sanitario de la comunicad y otros trabajadores encargados de servicios para los niños pequeños y sus familias (UNESCO, 2015).

Sin embargo, y a pesar de que ahora las políticas muestran más interés en la primera infancia, aún hay que realizar un mayor esfuerzo para reforzar los requisitos, la preparación y la formación de los profesionales, así como la composición, el reclutamiento, la compensación, la diversificación, la supervisión y también el reconocimiento y el estatus de quienes trabajan con niños pequeños y sus familias (Neuman y otros, 2015).

¿Dónde están las carencias?

Según el Instituto de Estadística de la UNESCO (Internet), la cifra de maestros de preescolar ha aumentado en todas las regiones hasta rozar los 9 millones en el año 2013, y este crecimiento conlleva una serie de retos ocultos. Los datos de casi 80 países de renta media y baja indican que, en prácticamente un cuarto de ellos, menos de la mitad de los maestros de preescolar cuentan con una formación acorde al estándar nacional. Incluso en aquellos países que disponen de una mayoría de maestros formados, los estándares nacionales varían de forma significativa (OIT, 2012). El personal de primera infancia que trabaja con niños de menos de 3 años suele tener menor formación y titulación que quienes se encargan de niños más mayores, sobre todo en comparación con los maestros de primaria (Neuman y otros, 2015).

Los maestros son solo una parte del personal encargado de la primera infancia. Tras décadas de investigación, se ha demostrado que los servicios prestados por el personal de atención domiciliaria pueden mejorar el bienestar y la eficacia de los progenitores, y que influyen en la incidencia del maltrato infantil y en el desarrollo de los niños (Sethi y otros, 2013). Los profesionales de atención domiciliaria llegan a una cantidad considerable de hogares, pueden ser considerados autoridades dignas de confianza y suponen una buena oportunidad para ofrecer apoyo a progenitores y niños pequeños (Moore y otros, 2012). También resultan fundamentales otros profesionales que tratan con familias y niños pequeños (como los trabajadores sanitarios de la comunidad, los protectores de menores o los cuidadores profesionales) y aquellos que supervisan y guían a los profesionales de primera fila (como formadores, orientadores y gestores de programas).

No obstante, se sabe muy poco de quienes trabajan con familias y niños muy pequeños. La falta de datos refleja la poca atención que se presta a estos trabajadores, un problema especialmente acusado entre quienes prestan servicios a domicilio o en la comunidad para niños menores de 3 años. Como muestran los ejemplos del cuadro 1, los datos que tenemos sugieren que todos los países se enfrentan a distintos retos relacionados con el personal dedicado a la primera infancia.

La adopción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en septiembre del año 2015 subrayó la necesidad de realizar un esfuerzo conjunto para capacitar a los trabajadores de la primera infancia, sobre todo teniendo en cuenta que la meta 4,2 reclama el acceso universal a servicios para la primera infancia de calidad llegado el año 2030. Muchos países tendrán que aumentar de forma considerable el volumen y la calidad de su plantilla de trabajadores de la primera infancia para alcanzar esa meta, por lo que es preciso concentrarse en estrategias rentables y adecuadas para el contexto a la hora de reclutar, ofrecer asistencia y retener a profesionales y ayudantes cualificados para los distintos servicios destinados a la primera infancia.

El impulso que generan los ODS en los países y los actores globales constituye una oportunidad única para informar, apoyar y promocionar el desarrollo de políticas y programas que sirvan de refuerzo y apoyo para los trabajadores de la primera infancia.

Experiencias por países
La Early Childhood Workforce Initiative

Una nueva iniciativa global, bajo la batuta de una alianza coordinada por la International Step by Step Association (ISSA) y el Results for Development Institute (R4D), intenta ayudar y facilitar los recursos necesarios a quienes trabajan con familias y niños menores de 8 años, así como a quienes forman, supervisan y guían a estos profesionales. En el mundo existen diferencias importantes en cuanto al modo de conceptualizar y prestar los servicios para la primera infancia, a la forma de estructurar y formar al personal de este campo y al modo de desarrollar e implantar políticas para este ámbito (OCDE, 2001, 2006, 2012; UNESCO, 2007; Oberhuemer y otros, 2010; Urban y otros, 2011). Como solución, la Early Childhood Workforce Initiative propone una estrategia holística y multisectorial que cubre las carencias de las políticas y aplicaciones prácticas y fomenta unos servicios equitativos y de alta calidad en distintos contextos.

En total, la iniciativa pretende reforzar cuatro áreas esenciales en los sistemas y políticas del país que son clave para el desarrollo del personal:

  1. Competencias y estándares
    Esto garantiza un consenso en los requisitos y expectativas sobre lo que deberían saber y ser capaces de hacer los trabajadores de la primera infancia y establece los principios fundamentales que regirán su labor con los niños pequeños y sus familias. También conlleva la elaboración de perfiles profesionales de las distintas funciones en los diferentes servicios destinados a la primera infancia y la definición de las competencias individuales, de equipo, institucionales y del sistema.
  2. Formación y desarrollo profesional
    El personal que trabaja con la primera infancia es muy diverso y la formación antes y durante los servicios tiene que estar actualizada, basada en pruebas y vinculada a la práctica para que el personal sea competente. Dada la diversidad del personal, que incluye muchos voluntarios y trabajadores sin formación reglada, es importante trazar trayectorias profesionales que tengan distintos puntos/niveles de entrada y una progresión clara.
  3. Supervisión y orientación
    Resulta importante crear sistemas que permitan el intercambio de comentarios y consejos, incluso entre iguales, para garantizar que los trabajadores reciban información que les permita mejorar sus métodos de trabajo de forma continuada y que esto vaya ligado a una trayectoria profesional ascendente. Los datos de estas experiencias deberían canalizarse para hacer una supervisión continuada que fomente el control de calidad y las mejoras.
  4. Reconocimiento de la profesión
    La remuneración, las condiciones de trabajo y el estatus de los profesionales de la primera infancia dejan que desear incluso al comparar estos datos con los de los maestros de primaria, enfermeros, trabajadores sociales y otras profesiones similares. Los desafíos a la hora de contratar, la gran rotación de personal y la desmotivación comprometen la calidad en la prestación del servicio. Es preciso encontrar la forma de aumentar el atractivo de la profesión y mejorar la percepción que se tiene de ella, así como fomentar que haya formas de que los trabajadores tengan voz en su día a día y en las negociaciones de políticas, acciones colectivas incluidas.
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Photo: Peter de Ruiter / Bernard van Leer Foundation

Entre las actividades de la iniciativa se incluye desarrollar un centro de conocimientos en Internet, realizar estudios a nivel nacional y análisis del panorama global, y coordinar actividades de aprendizaje conjuntas que reúnan a representantes nacionales y distintos expertos de todo el mundo con el objetivo de hacer frente a los desafíos comunes.

Ahora que diversos países de todo el mundo pretenden ampliar las iniciativas para el desarrollo de la primera infancia, les queda mucho por aprender y compartir, tanto dentro de una misma región como entre distintas regiones, sobre el papel fundamental que tiene el personal a la hora de garantizar la calidad y equidad de los servicios. La Early Childhood Workforce Initiative apoya las intervenciones globales y nacionales y ayuda a quienes trabajan por los niños, ya que establece el tamaño y el alcance de los desafíos a los que se enfrenta el personal, aumenta la visibilidad de estos desafíos y la importancia del personal, y documenta y difunde posibles soluciones que podría adoptar el país.


Se pueden encontrar referencias en la version en PDF del artículo.

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