El nuevo plan estratégico para el periodo 2016–2020 de la Alianza Mundial para la Educación (GPE) supone una hoja de ruta de su contribución al cuarto Objetivo de Desarrollo Sostenible, que insta a garantizar una educación de cali- dad que sea inclusiva y equitativa, así como oportunidades de aprendizaje para todos de por vida. En este artículo se describen las mejoras que aplicará la GPE para impulsar el avance en la atención y la educación de la primera infancia (AEPI) mediante una mejor planificación del sector, una mayor colaboración a nivel nacional e internacional, financiación estratégica e intercambio de conocimientos, prácticas recomendadas e innovación.

La GPE es la única organización multilateral del mundo que se centra exclusivamente en garantizar el acceso a la educación para los niños y los jóvenes de países de rentas media y baja. Su objetivo es:

movilizar esfuerzos a nivel nacional e internacional para lograr una educación equitativa y de calidad, así como el aprendizaje para todos, mediante la colaboración inclusiva, una especial atención a la eficacia de los sistemas educativos y una mayor financiación.
(Alianza Mundial para la Educación, 2016a)

La GPE prioriza las acciones destinadas a la educación de los más pobres y desfavorecidos, como quienes viven en zonas en conflicto y están en situaciones de vulnerabilidad, e impulsa el cambio ayudando a los países a crear y liderar sus propios planes educativos sólidos con el apoyo de grupos educativos locales que aglutinan los esfuerzos de todas las partes implicadas en el desarrollo. Se produce, pues, una verdadera colaboración entre los países en desarrollo, los países donantes, las organizaciones internacionales, la sociedad civil, las entidades filantrópicas, los docentes y el sector privado.

Ahora que la comunidad internacional presta atención a la agenda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la GPE ha trazado su nuevo plan estratégico en consonancia con el cuarto objetivo:

Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos.

Si bien la GPE ha logrado avances significativos desde el año 2002, cuando nació a modo de pequeño fondo fiduciario de varios donantes para los Objetivos de Desarrollo del Milenio relativos a la educación, su adscripción al cuarto ODS la apremia a profundizar y ampliar considerablemente su misión de forma que se obtenga una visión integral encaminada a tres objetivos fundamentales:

  1. resultados de aprendizaje mejores y más equitativos
  2. mayor equidad, igualdad entre sexos e inclusión, y
  3. sistemas eficaces y eficientes.
    (Alianza Mundial para la Educación, 2016a)

El modelo de la GPE depende de la cohesión de tres factores: la planificación del sector basada en pruebas, la rendición de cuentas mutua mediante la discusión de políticas y la inversión eficaz de la financiación interna y externa. Al reunir a todos sus aliados a nivel nacional, la GPE contribuirá a que los donantes, ciudadanos, filántropos, entidades del sector privado y ministerios de educación adopten una agenda común para cambiar la educación en pos del cuarto ODS.

La financiación aportada por la GPE se seguirá destinando a la educación básica, que por definición incluye la enseñanza preescolar además de la primaria, la secundaria básica y las segundas oportunidades de aprendizaje. Los ODS también incluyen un objetivo global sobre cuidado de la primera infancia y educación de calidad que va más allá de la educación preescolar. La meta 4.2 de los ODS, en concreto, insta a ampliar las iniciativas destinadas a la primera infancia para garantizar que todos los niños estén preparados para aprender:

Para 2030, velar por que todas las niñas y todos los niños tengan acceso a servicios de atención y desarrollo en la primera infancia y a una enseñanza preescolar de calidad, a fin de que estén preparados para la enseñanza primaria.
(Naciones Unidas, 2015)

La atención y la educación de la primera infancia (AEPI) son intrínsecas a los objetivos fundacionales de la GPE y constituyen un requisito indispensable para los avances a pasos agigantados que serán necesarios a fin de cumplir los ODS, además de para garantizar que nadie se quede atrás. En consecuencia, la GPE buscará financiación adicional para realizar inversiones centradas en la equidad que permitan cumplir progresivamente los ODS, que velan por la universalidad y la calidad de la atención y la educación de la primera infancia. La GPE no solo aspira a cumplir este objetivo, sino que además medirá sus progresos con dos de los indicadores de resultados que contempla su plan estratégico: el indicador número 2, meta 4.2 de los ODS, (porcentaje de niños menores de 5 años cuyo desarrollo se encuentra bien encauzado en cuanto a la salud, el aprendizaje y el bienestar psicosocial) y el indicador número 6 (tasa bruta de matriculación en enseñanza preescolar) (Alianza Mundial para la Educación, 2016b).

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Photo: GPE / Chantal Rigaud

La GPE ya ha obtenido resultados en este campo gracias a la planificación sectorial, el diálogo político y la financiación. La planificación integral del sector de la enseñanza a nivel nacional que fomenta la GPE requiere un enfoque global que examine el ciclo educativo completo. Por ejemplo, las subvenciones iniciales de la GPE a los países en desarrollo aliados financian la planificación basada en un sólido análisis de necesidades y una importante asistencia técnica, lo que se tradujo en que casi todos los planes educativos de estos países hicieran referencia a la atención y la educación de la primera infancia. Veintisiete de las 73 subvenciones para implantar programas educativos (ESPIG) de la GPE tienen un componente de AEPI (12 de ellas, en África). Una planificación de calidad es la base fundamental de cualquier mejora y, en este sentido, el apoyo de la GPE puede servir para aumentar la prioridad nacional con respecto a la AEPI mediante la inversión en análisis del sector, el impulso de metodologías de planificación educativa, la integración del intercambio de ideas y buenas prácticas, así como la financiación de reformas de ámbito nacional.

En varios países en desarrollo aliados, la GPE ya ha comprobado lo que se consigue al ofrecer recursos a los líderes gubernamentales para que amplíen la enseñanza preescolar. En Camboya, el Ministerio de Educación, Juventud y Deporte aspira a llegar a 32.600 niños de entre 3 y 5 años para el año 2017 gracias a los programas, lo que supondría una matriculación del 56%, y la GPE financia la capacitación intensiva previa de los formadores, los docentes y las madres encargadas de transmitir la educación parental. La dotación económica también servirá para crear 500 centros preescolares más en hogares. En Mongolia, la GPE ha invertido 10 millones de dólares para ampliar la oferta de enseñanza preescolar mediante la construcción de guarderías móviles en zonas rurales o aisladas, de forma que los niños pequeños acceden a la educación y el cuidado diario en yurtas que se desplazan con el resto de la comunidad nómada.

Del mismo modo que la GPE ha aumentado su atención al aprendizaje temprano, resulta alentador que otros actores también hayan duplicado sus esfuerzos para garantizar que bebés y niños pequeños tengan cuanto necesitan para sobrevivir y prosperar. Desde el año 2010, ha habido más intervenciones piloto, investigaciones y trabajos basados en pruebas sobre AEPI llevados a cabo por entidades multilaterales como la GPE y el Banco Mundial que en los últimos 30 años. La labor de la Early Learning Partnership ha contribuido a acelerar los avances en materia de desarrollo tanto de los aliados internacionales como de los gobiernos. La alianza para el desarrollo de la primera infancia creada por UNICEF y el Banco Mundial en el año 2016 también supone un compromiso tangible del tan necesitado impulso en la defensa, las inversiones y la supervisión de los progresos en AEPI. Resulta evidente, por lo tanto, que la atención y la educación de la primera infancia están adquiriendo cada vez más fuerza.

Por desgracia, aún queda mucho camino por recorrer y retos importantes por afrontar. Un propósito clave de la GPE es llegar hasta los niños que habitan en zonas muy propensas a los conflictos o en países frágiles, donde el progreso puede no ser lineal y es probable que surjan contratiempos. Incluso en los países desarrollados que ya están convencidos del valor de las inversiones en la primera infancia y que cuentan con los recursos necesarios, suele ser un reto llegar hasta los colectivos más vulnerables. Ningún país en vías de desarrollo puede presumir de contar con programas integrales que lleguen a todos los niños y, por desgracia, muchos están muy lejos de conseguirlos. Resulta crucial convencer a los responsables de las políticas y los funcionarios de alto nivel para que inviertan en este campo: a pesar de las innumerables pruebas existentes sobre sus beneficios, los países y los donantes siguen sin realizar las aportaciones necesarias para que se produzca un cambio en el aprendizaje temprano. En cualquier caso, lo más importante podría ser trazar puentes para permitir la cooperación intersectorial.

En 2015, durante una visita a un pueblo de la República Democrática del Congo colindante con la República Centroafricana, un hombre entregó a Alice Albright, la directora ejecutiva de la GPE, un sobre con una carta dentro. El texto decía: “Muchísimas gracias por la escuela que nos han construido. En la próxima visita, ¿podrían construirnos un centro de salud?”. Si existe una colaboración intersectorial, se obtienen mayores beneficios gracias a la visión holística del desarrollo infantil. Todos los niños necesitan sanidad y educación, por lo que es imprescindible contar con unos sistemas nacionales sólidos que universalicen y mantengan servicios sanitarios y educativos básicos, además de mejorar su calidad mediante el apoyo a las instituciones que prestan y sustentan los servicios. El nuevo plan estratégico de la GPE para el periodo 2016–2020 insta a todos sus aliados a unir fuerzas para conseguir el objetivo de desarrollo sostenible que aboga por un mundo en el que la atención y la educación de la primera infancia sean universales para que todos los niños y niñas cuenten con el apoyo necesario para desarrollar todo su potencial.


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