Si cambiamos el principio de la historia, cambiamos toda la historia.
Los científicos, especialistas en sanidad pública y economistas subrayan al unísono la magnífica capacidad de aprendizaje de los bebés, que crecen y adquieren conocimientos a la máxima velocidad hasta que cumplen cinco años. Desde el nacimiento hasta los 2 años de edad, el cerebro se desarrolla más rápido que nunca. Las experiencias vividas durante la primera infancia tienen efectos permanentes a la hora de garantizar un buen desarrollo físico, cognitivo y emocional: las bases de una sociedad inclusiva.
En nuestra labor en favor de las niñas y niños pequeños, nos guiamos por lo que hemos experimentado y aprendido durante más de 50 años de colaboración con contrapartes de todo el mundo.

Confianza

Justicia

Conexión
El papel crucial de las familias y las personas cuidadoras
Los padres, las madres y otras personas cuidadoras acompañan a los niños y las niñas en sus primeros pasos en el mundo. Estos vínculos y relaciones determinan las experiencias tempranas y el desarrollo durante la primera infancia. Se ha constatado que la atención receptiva, estimulante y cariñosa es uno de los mejores indicadores predictivos de un buen rendimiento escolar y, más tarde, una vida adulta feliz y saludable. Cuando quienes cuidan de ellas hablan, cantan y juegan con los pequeños, favorecen el desarrollo de un cerebro sano preparado para el aprendizaje y la interacción con los demás.
Sería un error suponer que las familias y las personas cuidadoras no necesitan ayuda. En nuestro trabajo, enfatizamos también la importancia del bienestar de quienes se ocupan de los cuidados, pues es un factor decisivo a la hora de garantizar un buen comienzo para todos los niños y niñas.
¿Qué son los programas y las políticas para la primera infancia?
Para prosperar, los niños y las niñas necesitan tener acceso a una nutrición y un servicio sanitario adecuados, protección frente a cualquier daño, oportunidades para jugar e interacciones cariñosas frecuentes con personas adultas. Los programas y las políticas para la primera infancia brindan oportunidades para garantizar que millones de niñas y niños pequeños de todo el mundo puedan desarrollar todo su potencial.
Para ello, se pueden emprender distintos tipos de iniciativas enfocadas a distintas áreas, como la nutrición, la salud, el agua y el saneamiento, la educación y la protección social. En los últimos años, la Fundación (junto con otras entidades) ha empezado a trabajar para que se preste atención a la primera infancia en otros sectores que afectan a las experiencias tempranas, como el urbanismo y la asistencia humanitaria.

Numerosos representantes de las instituciones gubernamentales, el mundo empresarial, las entidades filantrópicas y la sociedad civil desempeñan un papel crucial en la ayuda a las familias y la primera infancia. Desde la Fundación, tratamos de transmitirles la importancia de esta etapa vital y les ayudamos a descubrir cómo contribuir a la construcción de sociedades inclusivas.
Además, ante el aumento de estudios convincentes al respecto, los gobiernos y otras partes interesadas están comprendiendo que las inversiones en la primera infancia brindan una rentabilidad exponencial.


