En este número de Young Children sobre prácticas globales, hemos pedido a Joan Lombardi, experta internacional en desarrollo infantil y políticas sociales, que nos cuente lo que ha aprendido con su trabajo.
Global Team: ¿Qué se sabe sobre el estado de la primera infancia en el mundo?
Joan: Sin duda, la primera infancia se ha convertido en un asunto global. Está aumentando la concienciación sobre la importancia que tienen los primeros años de vida para la salud, la educación y el comportamiento a largo plazo. Cada vez tenemos más datos procedentes de todo el mundo, se crean nuevas redes, se innova más y se amplían programas de distintos ámbitos, como el apoyo a los padres o la enseñanza preescolar.
De todos modos, todavía nos queda muchísimo camino por recorrer. Según se publicó en The Lancet en 2017, aproximadamente el 43% de los menores de cinco años que viven en los países de renta media y baja corren el riesgo de no desarrollar plenamente su potencial (Daelmans y otros, 2017). Y el número de niños en peligro es aún mayor si incluimos los que están expuestos a la violencia en el hogar, en sus comunidades o en sus países. La pobreza y la carencia de ayudas de calidad siguen siendo lacras que amenazan el bienestar de los niños pequeños. Los servicios continúan dispersos, la calidad no es la deseable y a muchas familias les resulta difícil satisfacer necesidades básicas como el acceso al agua potable, los servicios sanitarios o de cuidado infantil y el desarrollo económico. Además, los niños pequeños refugiados y sus familias no reciben la asistencia necesaria para afrontar el estrés y malestar que supone el abandono forzoso de sus hogares.
Global Team: ¿Han observado si los profesionales que trabajan con la primera infancia en distintos lugares del mundo afrontan dificultades? En caso afirmativo, ¿cuáles pueden ser las consecuencias para el desarrollo de los niños?
Joan: Independientemente del lugar en que se críen los niños, las personas más importantes para ellos son sus padres y otros cuidadores. Para prosperar, los pequeños necesitan contar con personas cariñosas y receptivas que los cuiden, tanto en casa como en los programas destinados a la primera infancia. Las condiciones laborales de los docentes de educación infantil siguen siendo muy preocupantes en todo el mundo: los salarios son bajos, la preparación resulta insuficiente en demasiados casos y las ayudas y la supervisión son mínimas.
Si queremos cumplir la promesa de ofrecer programas de calidad a los niños pequeños y sus familias, tenemos que concentrarnos cada vez más en crear un entorno positivo para los padres y para quienes trabajan a diario con la primera infancia y las familias. Una forma de valorar mejor estos asuntos a escala global es seguir la Early Childhood Workforce Initiative, creada para hacer un seguimiento de las competencias y los estándares, la formación y el desarrollo profesional, la supervisión y la orientación, y el reconocimiento de la profesión en países de todo el mundo.
Global Team: ¿Qué pueden hacer los padres y madres, el profesorado y la clase dirigente de Estados Unidos para favorecer el desarrollo de la primera infancia en los países de renta media y baja?
Joan: Aunque ha quedado más que demostrado que invertir en los niños y las familias repercute directamente en el desarrollo económico de un país, las políticas no se han adaptado en consecuencia. Y esto ocurre en todo el mundo, no solo en Estados Unidos.
Como vivimos en un mundo cada vez más conectado, tenemos que prestar atención a la infancia tanto en el ámbito local como en el global. Es decir, hay que defender el derecho de los niños a vivir en un contexto pacífico, seguro y saludable que no ponga en peligro sus vidas. Hay que seguir las políticas que puedan afectar a los niños pequeños y sus familias en cualquier lugar, lo que implica abogar por un aumento de las inversiones estadounidenses en la salud y la educación de los niños aquí y en todo el planeta. Y hay que ayudar a las familias que se desplazan huyendo de la guerra o la pobreza, mediante el voluntariado en organizaciones civiles que trabajen por los niños y las familias en cada comunidad o en todo el mundo y mediante la inversión de tiempo y recursos en beneficio de los pequeños más vulnerables.
Como profesores y progenitores, debemos seguir dando ejemplo con nuestros valores. Tenemos que enseñar a los niños a apreciar la diversidad, a valorar al prójimo y a mostrar interés y respeto por las culturas diferentes de la propia. Si queremos que las generaciones futuras se preocupen por el mundo que las rodea, el trabajo empieza en las aulas y el entorno familiar. Todo radica en el modo de tratarnos entre nosotros.
Nota de edición: Esta entrevista se publicó en septiembre de 2017 en el número sobre prácticas globales de Young Children, editado por la NAEYC (Asociación Nacional por la Educación de la Primera Infancia). Descargue la publicación completa.
Acerca de las autoras:
La Dra. Joan Lombardi lleva muchos años dedicada a la defensa de los niños pequeños y las familias en Estados Unidos y en todo el mundo. Fue primera vicesecretaria asistente para el desarrollo de la primera infancia en el departamento estadounidense de Servicios Sanitarios y Humanos (2009-2011) y ahora trabaja para varias fundaciones como asesora sénior sobre asuntos relacionados con la primera infancia a escala nacional y global.
Stephanie Olmore es directora sénior del departamento de implicación global de la NAEYC. En colaboración con gobiernos internacionales, delegaciones de primer orden y sistemas de amplio alcance, lidera iniciativas globales para crear directrices que mejoren el aprendizaje temprano y brinden apoyo a los profesionales que trabajan con la primera infancia en todo el mundo.
Jerilyn Gamble es la coordinadora de implicación global de NAEYC. Gestiona la comunicación y ayuda con la difusión a las contrapartes globales.
Young Children es la revista de la NAEYC, que se somete a revisión interpares. Para obtener más información sobre la NAEYC, visite nuestro sitio web: www.NAEYC.org.