La crianza de nuestros niños es una de las tareas más difíciles, aunque amorosas y satisfactorias, del mundo: alimentar, limpiar, jugar, estimular, educar, llevar y traer, curar cuando están enfermos, y la lista continúa. Contrariamente a la creencia común, los cuidadores pasan más tiempo fuera que dentro del hogar. Y cuando el espacio público es hostil a los cuidados, se convierte en una actividad más individualizada, exigente y solitaria – como sabrás si has intentado amamantar de pie, o cambiar un pañal bajo la sombra del único árbol que hay en la manzana, o si has intentado encontrar un lugar para socializar con otras madres y padres mientras los niños juegan.
¿Cómo podemos hacer que esto se parezca cada vez menos a una “misión imposible”?
Propusimos al desafío Urban95 de la Bernard van Leer Foundation un proyecto que combina varios enfoques en la intersección de estos problemas cotidianos.
Para empezar, diseñamos un prototipo de «mobiliario urbano pop-up amigable con la crianza». Nuestros livianos aUPA kits se pliegan para que los cuidadores puedan transportarlos fácilmente en su vida diaria, y ensamblarlos en pocos minutos para formar un refugio donde un cuidador/a con su bebé pueda amamantar, cambiar un pañal o simplemente sentarse y relajarse. Si múltiples cuidadores los llevan al mismo lugar, pueden ser agrupados, delimitando un espacio para que los niños jueguen.
A continuación, nos propusimos identificar los «vacíos urbanos» – lugares en desuso en la ciudad que podrían ser recuperados por las familias. Hemos inspeccionado más de 500 posibilidades.
Por último, pero no menos importante, nos propusimos generar redes de apoyo para la crianza. Conectamos a las partes interesadas cuya participación es necesaria para mejorar la habitabilidad de una ciudad para los cuidadores con niños pequeños, incluidas las ONG, los propietarios de terrenos y la administración local. Llevamos adelante 15 talleres, charlas y reuniones con más de 400 participantes y logramos 20 acuerdos con fundaciones, organizaciones de la sociedad civil, sindicatos, instituciones académicas y gobierno en todos los niveles – municipal, provincial y nacional.
Al ponerlas a todas juntas, se pudo ver a madres y padres convergiendo en un vacío urbano con sus aUPA kits para los distintos eventos que se realizaron, a los que el proyecto aportó material lúdico adicional. Llamamos al lugar resultante Espacio aUPA – como lo explicamos, es una MicroPlaza en un MicroEspacio para MicroEncuentros. No se necesita mucho espacio para generar lugares acogedores para la infancia donde las familias puedan socializar. Recuperamos temporalmente 150 m2 de vacíos urbanos, y durante siete días de intervención más de 200 personas disfrutaron utilizando estos espacios.
Hemos sentado un precedente, demostrando que los espacios vacíos pueden transformarse rápida y fácilmente, alentando a las personas a autogestionar otros espacios potenciales. Afortunadamente, esto ya está ocurriendo, e incluso estamos recibiendo ofertas de propietarios de espacios privados en desuso a los que les gustaría que fueran utilizados temporalmente de esta manera. Por supuesto, en un mundo ideal, las autoridades intervendrían para crear espacios que sean permanentes.
Durante este proyecto también vimos la importancia de estimular la imaginación y la invención en los espacios para la primera infancia. Han sido especialmente apreciados en nuestras sesiones aUPA los elementos móviles que aportan movimiento y fluidez, las superficies blandas que difuminan los límites entre horizontales y verticales, texturas, contrastes de color, luces y sombras.
A través de esta experiencia hemos introducido temas relacionados con la primera infancia, el cuidado y la perspectiva de género, así como su relación con la ciudad, a un amplio y variado grupo de unas 8.000 personas, entre empresarios de la construcción, funcionarios gubernamentales y ONGs. El proyecto generó cobertura mediática e interés en los medios sociales. Sobre la base de las conversaciones que hemos iniciado, actualmente estamos buscando desarrollar nuevas propuestas para transformar la ciudad que tenemos en la ciudad que queremos.
Autora: Verónica Mansilla es una arquitecta argentina con una Maestría en Diseño, Arte y Espacio Público en la Escuela Superior de Diseño, Barcelona (ELISAVA). Actualmente trabaja en el Programa de Discapacidad e Inclusión Social de la Universidad Nacional de Tucumán, Argentina, y como arquitecta independiente. Ha ganado premios por su activismo en torno al espacio público y codirigió el Proyecto aUPA, ganador del desafío Urban95 de la Fundación Bernard van Leer.